Los riñones son órganos que desempeñan un papel clave en la depuración del organismo. Pero son susceptibles a diversas enfermedades, como las infecciones, los cálculos, la insuficiencia y los quistes.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las enfermedades renales constituyen problemáticas comunes y se encuentran entre las principales causas de mortalidad en la región de las Américas. Además, son responsables de un deterioro notable de la calidad de vida de muchas personas.
Los riñones son dos órganos del tamaño de un puño, ubicados en la parte superior del abdomen, cerca de la espalda. Hay uno a cada lado de la columna vertebral. Su función principal es filtrar desechos de la sangre y eliminar el exceso de agua a través de la orina. También regulan el pH, el sodio y el potasio, y producen hormonas.
Sin embargo, cuando estos órganos se ven afectados, su capacidad para realizar estas funciones se compromete. La peor consecuencia es la falla o insuficiencia renal, que puede requerir tratamientos complejos, como la diálisis.
Son variadas las enfermedades que pueden afectar los riñones. A continuación, exploramos las 8 más frecuentes.
1. Infecciones urinarias
Las infecciones del tracto urinario o ITUs representan un problema muy frecuente. Se pueden localizar en cualquiera de las estructuras que conforman el aparato excretor de orina.
En general, son causadas por bacterias y resultan más comunes en la vejiga y la uretra. Allí reciben el nombre de cistitis y uretritis, respectivamente. Dichos escenarios cursan con dolor al orinar, necesidad frecuente de ir al baño, fiebre y malestar en la parte baja del abdomen.
Pero también hay ITUs que se asientan en los riñones. Es el caso de las llamadas pielonefritis.
Suele suceder que una cistitis no tratada o abordada con los antibióticos incorrectos, se complica con una pielonefritis. Las bacterias presentes en la vejiga ascienden hacia los riñones, colonizan allí y se multiplican. Con menos frecuencia, también pueden llegar microorganismos a estos órganos desde la sangre o después de una cirugía renal que los inoculó accidentalmente.
Los síntomas de una infección en el riñón son los siguientes:
- Fiebre.
- Náuseas y vómitos
- Dolor o ardor al orinar.
- Aumento de la frecuencia urinaria
- Orina turbia, con mal olor o con sangre.
- Dolor en los flancos, la espalda, el abdomen o la ingle.
Es crucial buscar atención médica si se experimentan estos síntomas. Las infecciones renales pueden conducir a complicaciones graves, como la insuficiencia. Por fortuna, el tratamiento con antibióticos suele ser eficaz.
2. Enfermedad renal crónica (ERC)
La enfermedad renal crónica (ERC) es un trastorno que compromete la capacidad de los riñones para filtrar la sangre. Esta condición, que afecta aproximadamente a 37 millones de adultos solo en los Estados Unidos, progresa con lentitud y atraviesa diferentes etapas.
La diabetes es la causa más común de ERC. Luego, en segundo lugar, tenemos a la presión arterial alta. El aumento del azúcar en la sangre o las cifras tensionales elevadas y persistentes dañan los glomérulos, que son las pequeñas estructuras donde se filtra la sangre.
Las enfermedades cardíacas y condiciones genéticas, como la poliquistosis renal, también pueden desencadenar el problema.
A menudo, las etapas iniciales de la ERC son asintomáticas, lo que dificulta su detección temprana. Sin embargo, a medida que avanza, pueden manifestarse una serie de síntomas preocupantes, entre los que se encuentran los siguientes:
- Fatiga.
- Poco apetito.
- Pérdida de peso.
- Náuseas y vómitos.
- Picazón y piel seca.
- Calambres musculares.
- Hinchazón en los pies, las piernas, la cara y las manos.
Con el avance del problema, los riñones evolucionan al cuadro clínico de insuficiencia renal crónica. En estos casos, la persona requiere diálisis, un tratamiento que utiliza maquinarias especiales para filtrar el exceso de líquido y los desechos de la sangre, como lo harían los órganos que ahora no funcionan.
La diálisis puede ayudar en la enfermedad renal, pero no es curativa. En algunos casos, un trasplante de riñón puede ser la única opción de tratamiento viable.
3. Insuficiencia renal aguda (IRA)
La insuficiencia renal aguda (IRA) es una condición en la que existe un daño o fallo renal que se desarrolló en un corto período de tiempo. Puede tener repercusiones en otros órganos del cuerpo, como el corazón, los pulmones y el cerebro.
Sus causas pueden ser muy diversas e incluyen las quemaduras graves y extensas, el estado de shock, las hemorragias con sangrado excesivo, la deshidratación severa y el uso de ciertos medicamentos. Es más común en personas mayores y pacientes hospitalizados; sobre todo, en aquellos que necesitan cuidados intensivos.
Los síntomas de la IRA son los siguientes:
- Fatiga.
- Náuseas.
- Confusión.
- Convulsiones.
- Dificultad para respirar.
- Disminución en el volumen de la orina.
- Hinchazón alrededor de ojos, tobillos y pies.
Es crucial buscar atención médica inmediata si se experimenta alguno de estos síntomas. La IRA es una condición grave que requiere tratamiento urgente.
Con una intervención oportuna es posible prevenir complicaciones y llegar a la recuperación exitosa.
4. Cálculos renales
Las piedras en los riñones se suman al listado de las enfermedades renales más comunes. Ocurren cuando los minerales y otras sustancias presentes en la orina se cristalizan, formando masas sólidas dentro de los conductos urinarios.
Los cálculos renales suelen formarse cuando hay un exceso de sales minerales, como oxalato cálcico, fosfato cálcico o ácido úrico.
La enfermedad por la formación de las piedras recibe el nombre de litiasis renal. Sus síntomas característicos son los siguientes:
- Dificultad para orinar.
- Dolor o ardor al orinar.
- Orina turbia o con mal olor.
- Presencia de sangre en la orina.
- Infecciones recurrentes del tracto urinario.
- Dolor intenso en la espalda, los flancos, la parte inferior del abdomen o la ingle.
Estas formaciones pueden salir del cuerpo a través de la orina. Es un proceso que, aunque provoca mucho dolor, rara vez causa complicaciones significativas.
Al buscar atención médica por esta enfermedad renal común, el médico iniciará un proceso diagnóstico y planeará un tratamiento. El mismo podrá ser solo de observación y cambios en la dieta o requerirá procedimientos para eliminar las piedras.
Para prevenir la formación de los cálculos renales es necesario mantener una hidratación adecuada. Además, se debe controlar la ingesta de alimentos que pudiesen incrementar la concentración de las sustancias que originan la litiasis.
5. Quistes renales
Los quistes renales simples son sacos llenos de líquido que se desarrollan en el tejido de los riñones. Su causa exacta aún se desconoce. A veces, aparecen como resultado de una lesión o daño previo.
El quiste simple es solitario y, la mayoría de las veces, asintomático. Sin embargo, puede producir problemas si se rompe, sangra o crece lo suficiente como para ejercer presión sobre estructuras vecinas. Entonces, podrán aparecer dolores en los flancos, la espalda o el abdomen, aumento de la frecuencia urinaria y sangre en la orina.
Es importante diferenciar al quiste simple de la enfermedad renal poliquística, una condición genética que origina la formación de numerosos quistes en los riñones. Estas lesiones pueden interferir con la función del órgano y desencadenar una insuficiencia renal.
Los síntomas de la enfermedad poliquística incluyen dolor en la espalda o los costados, presión arterial alta, infecciones recurrentes del tracto urinario y sangre en la orina. Esta afección es grave y tiene la capacidad de progresar.
6. Glomerulonefritis
La glomerulonefritis es otra de las enfermedades renales comunes, aunque, a ciencia cierta, el término incluye un grupo heterogéneo de trastornos que se presentan con hematuria, proteinuria, hipertensión arterial y reducción de la función del riñón en grado variable. La situación se caracteriza por la inflamación de los glomérulos, que son las diminutas estructuras responsables de filtrar la sangre.
Los síntomas van de acuerdo con la definición de la enfermedad. Hay sangre en la orina (hematuria), proteínas en la orina (proteinuria) que ocasionan líquido espumoso, hinchazón en el cuerpo y presión arterial alta.
El origen de la glomerulonefritis es diverso. Puede responder a infecciones, al uso de algunos medicamentos o a trastornos congénitos. Si bien mejora por sí sola en casos leves, también hay formas agresivas que requieren diálisis o trasplante renal.
7. Síndrome nefrótico
El síndrome nefrótico es un trastorno renal caracterizado por la excreción excesiva de proteínas en la orina, debido a daños en los glomérulos. Esta condición puede tener varias causas, incluyendo enfermedades renales primarias y trastornos sistémicos, como la diabetes.
Los síntomas más comunes del síndrome nefrótico son la fatiga persistente, la hinchazón alrededor de los ojos o los tobillos y el aumento de peso por la acumulación de líquidos en el cuerpo. Además, la excreción excesiva de proteínas en la orina lleva a la disminución de estas moléculas en la sangre, lo que puede acarrear, como efecto secundario, hipercolesterolemia y mayor posibilidad de trastornos hemorrágicos y trombóticos.
El tratamiento se enfoca en controlar los síntomas, prevenir complicaciones y abordar la causa subyacente. Esto puede lograrse mediante el uso de medicamentos para reducir la pérdida de proteínas, diuréticos para ayudar a eliminar el exceso de líquidos y, en casos graves, procedimientos como la terapia de plasmaféresis o el trasplante de riñón.
8. Cáncer de riñón
El cáncer de riñón es el resultado de un crecimiento descontrolado de células en el órgano. La variedad más común es el carcinoma renal de células claras, que constituye aproximadamente el 70 % de todos los casos en adultos.
Sin embargo, existen otros tipos menos frecuentes. Por ejemplo, el carcinoma de células de transición, el tumor de Wilms (nefroblastoma) y el sarcoma renal.
Hay factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollar cáncer en el riñón. Entre ellos, el hábito de fumar, los antecedentes familiares, la obesidad, padecer enfermedad renal crónica y presión arterial elevada.
En sus etapas iniciales suele ser asintomático, lo que dificulta la detección temprana. Sin embargo, a medida que la enfermedad progresa, pueden aparecer los siguientes signos:
- Fatiga.
- Palidez.
- Sangre en la orina.
- Reducción del apetito.
- Pérdida de peso inexplicable.
- Dolor en la espalda o en el abdomen.
- Presencia de un bulto o hinchazón en los flancos.
El diagnóstico se realiza mediante pruebas de imagen, como la tomografía computarizada o la resonancia magnética. Con análisis de sangre es posible detectar marcadores tumorales.
El tratamiento puede valerse de cirugía para extirpar el tumor, radioterapia, quimioterapia, terapia dirigida o inmunoterapia. Depende del estadio en el momento del diagnóstico y de la agresividad del cáncer.
¿Quiénes pueden desarrollar problemas en los riñones?
Son varias las situaciones que pueden predisponer a una persona a tener alguna de las enfermedades renales más comunes. Los principales factores de riesgo son los siguientes:
- Trastornos genéticos: la enfermedad renal poliquística, por ejemplo, es hereditaria.
- Antecedentes familiares: tener parientes cercanos con enfermedad renal crónica aumenta el riesgo de desarrollarla también.
- Exposición a metales pesados: el contacto frecuente con el plomo, el mercurio y el cadmio acumula tóxicos en el tejido renal.
- Presión arterial alta: la hipertensión arterial puede dañar los vasos sanguíneos dentro de los riñones, dificultando la capacidad para filtrar la sangre.
- Consumo de medicamentos: algunos remedios pueden ser nefrotóxicos, es decir, dañinos para los riñones, si se usan en exceso o durante períodos muy prolongados.
- Diabetes: es una de las principales causas de enfermedad renal. El exceso de glucosa en la sangre daña los riñones a lo largo del tiempo y provoca complicaciones graves.
¿Cómo se pueden prevenir las enfermedades renales más comunes?
El cuidado general es una valiosa manera de prevenir las enfermedades renales más comunes. Sencillos hábitos para promover la salud de los riñones pueden conservar la funcionalidad de los órganos a largo plazo, como los siguientes:
- No fumar.
- Reducir el consumo de sal.
- Seguir una dieta equilibrada.
- Beber suficiente agua y mantenerse bien hidratado.
- Controlar la presión arterial y el azúcar en la sangre.
- Mantener un peso saludable y hacer ejercicio regular.
- No automedicarse y seguir las indicaciones médicas al recibir una prescripción.
Además, hay que estar atentos cuando aparecen síntomas de una enfermedad renal. En ese caso, se debe consultar al profesional de la salud de inmediato. Ello reducirá el tiempo de atención y contribuirá a evitar complicaciones graves.